Iglesia de San Sebastián

La Iglesia del Hospital de San Sebastián encuentra su origen vinculado a la propia institución hospitalaria, datándose en los últimos compases del siglo XV y principios del XVI. Aunque mantiene ciertos rasgos fisionómicos de su origen en estilo mudéjar, tanto el templo como el resto del edificio han sufrido múltiples reformas a lo largo de los siglos, llegando al presente de una manera distinta a como fue ideada, especialmente la iglesia.

Comenzando por su portada, esta es de estilo mudéjar, realizada en ladrillo. El vano de acceso está compuesto por un arco apuntado abocinado, cuya flecha se encuentra cerrada, y en cuyo centro encontramos un azulejo cerámico rectangular de San Sebastián Mártir. El extradós del arco está recorrido por una moldura sogueada de tonalidad gris, añadiendo dinamismo cromático a la composición. Este arco se enmarca en un alfiz ornamentado con motivos geométricos cerámicos, típicos del mudéjar. Encima de la portada, se puede observar un reloj realizado en 1917, recientemente restaurado por hermanos de la Hermandad de Jesús Nazareno. Completa el conjunto una cornisa compuesta por la repetición de ménsulas, continuando con la cubierta de teja a dos aguas.

Destaca igualmente la espadaña de cuatro cuerpos, en cuyo centro se aloja un arco de medio punto, albergando la campana principal del templo. Encima del mismo, encontramos decoración cerámica tanto en el tercer cuerpo rectangular como en el cuarto, que actúa como remate superior, compuesto por un ático sostenido por cuatro columnillas, y en el cual observamos la fecha de construcción de este elemento: 1859. Finaliza dicho espacio una cruz de hierro forjada acompañada de elementos cilíndricos piramidales.

Junto a la portada principal, se sitúa otra puerta de acceso al claustro del edificio, rematada por un icónico azulejo cerámico de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Pasando al interior del templo, encontramos un pequeño pórtico cerrado que actúa como espacio intermedio entre el exterior y el interior. La planta de la iglesia es de una sola nave, con reducidas dimensiones propias de una iglesia conventual u hospitalaria. La cubierta es plana, sin elementos sustentantes más allá del muro. Hasta el siglo XIX, esta cubierta se encontraba dinamizada por un artesonado de madera propio de las iglesias mudéjares, hoy desaparecido. Los muros interiores son robustos, únicamente rebajados por dos vanos hundidos que aportan una tímida iluminación desde el exterior. Completa en la parte superior, el pequeño coro, realizado en madera, del que destaca su balaustrada.

Para dar acceso al presbiterio, se dispone un gran arco de medio punto, sostenido por dos grandes pilares adosados al muro, que recogen el empuje de la pequeña cúpula situada sobre el altar. El arco está ornamentado con bicromía blanca y amarilla, junto con decoración geométrica en el intradós.

De la cúpula, destacan en sus pechinas, elementos heráldicos palmeños y el escudo de la nobiliaria Casa de los Portocarrero. En su centro se observa un elemento singular, un remate compuesto por elementos similares a los mocárabes del arte andalusí.

Respecto al retablo, este se encuentra realizado en madera de tonalidad caoba, con una fisionomía y ornamentación barrocas. Se repiten los motivos florales en su decoración, dejando cierto horror vacui en partes inferiores y exteriores, como en el propio sagrario. Completan la ornamentación la presencia de querubines repetidos por distintos puntos del retablo.

Ha de mencionarse la imaginería presente en el mismo, comenzando por la beata Sor Piedad de la Cruz, situada en la margen izquierda del banco. En el cuerpo intermedio, en sendas calles laterales, encontramos las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y la Inmaculada Concepción. En el punto central del retablo, encontramos una hornacina profusamente ornamentada con motivos florales en candelieri y molduras mixtilíneas, junto a dos vistosas volutas. Dentro de la misma, preside una imagen de San Sebastián.

En el ático, se sitúa un lienzo del Descendimiento de Cristo, cuya antigüedad posiblemente sea mayor a la del propio retablo.

Mención aparte merece la Capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, situada en el lado de la epístola, cuyo acceso delimita una reja de hierro forjado de 1672, con la inscripción: “Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum 1672”. En su interior, se encuentran los titulares de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima de la Piedad y San Juan Evangelista, siendo este su lugar de culto desde 1662. Esta capilla conserva en su mayoría la azulejería original de 1672, un valiosísimo vestigio de la alfarería palmeña del siglo XVII, clave tanto por su antigüedad como por su fisionomía artística. Destacan también las pinturas sobre tabla de los altares de los titulares, encontrándose las de la Virgen de la Piedad restauradas desde hace una década. Pese a no estar en óptimas condiciones de conservación, destaca el retablo donde recibe culto Jesús Nazareno, presidido por un original frontón partido, con la representación del Espíritu Santo en su tímpano. Completa la composición de la capilla, los enseres e insignias de la cofradía.