Real e Ilustre Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración, Santa María Magdalena, María Santísima de los Dolores y San Juan Evangelista.

En el año 1758, una serie de fieles y devotos que se reunían todos los viernes en torno a la imagen del Cristo de la Expiración, que se veneraba en la parroquia de la Asunción de Palma del Río, deciden darse ordenanzas para fundar la “Cofradía de la soberana imagen del Sto. Cristo de la Expiración”, ocupando el cargo de primer hermano mayor de la misma D. Sebastián Gamero de la Calancha, clérigo subdiácono de la parroquia.

Desde la aprobación de sus reglas, en agosto de ese mismo año, los hermanos establecen que el fin principal de la hermandad será “procurar la conversión a Dios Nuestro Señor de los que están en pecado mortal”, estableciéndose de este modo que la hermandad no sería de Semana Santa, sino que estaría dentro de la tipología conocida como “hermandades del pecado mortal”, siendo su fin principal mover a las almas de los fieles a tener misericordia con los cristianos que cometían tan graves pecados. Dichos objetivos los cumplían con la realización de su procesión en mayo y la celebración de eucaristías todos los viernes del año en sufragio de dichas almas en el altar del Sto. Cristo de la Expiración, entre otras actividades.

Todo lo anteriormente expuesto hará que la hermandad adopte el nombre de “Hermandad del Sto. Cristo de la Expiración y Sto. Celo por la salvación de las almas” desde inicios del siglo XIX.

Tras muchas vicisitudes durante el siglo XIX, durante la década de los años veinte del pasado siglo XX, la hermandad se transforma en una cofradía de penitencia, que engrosaba la Semana Santa palmeña, estableciéndose su salida el Viernes Santo.

Después de la pérdida de prácticamente todo su patrimonio, salvo el documental, en los luctuosos sucesos previos a la Guerra Civil Española, en 1936, vivirá una refundación en el año 1958 por un grupo de amigos y devotos, siendo nombrado hermano mayor de esta nueva etapa D. Manuel Aguilar Castro.

Desde esta fecha hasta la actualidad, la hermandad se ha caracterizado por su fidelidad a un estilo particular y propio de procesionar, que la arraiga al marcado carácter devocional con el que fue fundada, y que tiene sus cimientos en el lema que la preside: “Silencio, Orden y Devoción”.