Hermandad de Nuestra Señora de Belén Coronada
Patrona y Alcaldesa Perpetua de Palma del Río.
Historia de la Hermandad
En la crónica de la Hermandad de la Virgen de Belén, el tiempo y la devoción confluyen en un tapiz de fe y fervor inquebrantables. Aunque las efímeras huellas de la fundación de esta venerable hermandad se desvanecen en la bruma de los siglos, su legado se erige sobre los cimientos de una devoción que trasciende las fronteras del tiempo.
La semilla de esta devoción arraigó profundamente en el corazón de los palmeños desde el siglo XV, como atestigua el testamento de Doña Francisca Portocarrero, que data de 1436, donde se legan mandas pías a la ermita de Santamaría de Belén, hallada en la margen derecha del río Guadalquivir.
Desde tiempos inmemoriales, la devoción hacia la Virgen de Belén ha sido un pilar fundamental en la historia de Palma del Río. Aunque los documentos que respaldan la erección de la Hermandad son escasos, el más antiguo, fechado el 16 de abril de 1643, sugiere que su presencia es innegable en la vida religiosa y social de la localidad.
Durante la Edad Media, el pueblo de Palma del Río enfrentó numerosas pruebas, desde conflictos bélicos hasta calamidades naturales como epidemias, sequías e inundaciones. En medio de estas dificultades, los palmeños encontraron consuelo y fortaleza en la intercesión de la Virgen de Belén, cuya ermita en la casa de la Fuente de los Condes se convirtió en refugio de plegarias y súplicas.
El siglo XVIII presenció el apogeo de la devoción hacia la Virgen de Belén, quien, en medio de los desafíos y las tribulaciones, se erigió como abogada y protectora de los palmesanos. El clamor unánime del pueblo halló eco en el cabildo municipal, que acabaría elevando la solicitud a Roma, y en el año 1806, el Sumo Pontífice Pío VII, desde los recintos sagrados de la Ciudad del Vaticano, concede las letras apostólicas, elevando a la Virgen de Belén al honor de Patrona de Palma del Río. La entonces villa de Palma celebró tan extraordinaria noticia con solemnes cultos y fiestas el 9 de mayo de 1807.
La hermandad tramitó los estatutos de la cofradía para su definitiva aprobación por el Supremo Consejo de Castilla en 1823. El rey Fernando VII aprobó los estatutos el 9 de junio de 1829.
Aunque la oficialización de su patrocinio llegó en el siglo XIX, la devoción hacia la Virgen de Belén era tan arraigada que desde 1750 se le reconocía como Patrona en las actas del cabildo. Este profundo vínculo entre la comunidad y su santa protectora fue nuevamente reconocido por la Iglesia en el año 2010, cuando el Papa Benedicto XVI otorgó la solemne coronación pontificia a su venerada imagen.
Recientemente, el Ayuntamiento de Palma del Río, respondiendo al fervor devocional de sus habitantes, proclamó a la Santísima Virgen de Belén como Alcaldesa Perpetua de la ciudad en un emotivo acto celebrado el 8 de septiembre de 2022. Este gesto simboliza el profundo lazo de amor y gratitud que une a los palmeños con su celestial protectora, cuya presencia sigue siendo fuente de consuelo, esperanza y protección para toda la comunidad.
Así, la Hermandad de la Virgen de Belén, en su peregrinar a través de los siglos, continúa velando con devoción y entrega por el bienestar espiritual y material de la comunidad palmesana. En el corazón de cada fiel late el eco de una promesa eterna: la promesa de que, bajo el amparo de la Virgen de Belén, Palma del Río encontrará siempre refugio y consuelo, en la certeza de que su amor maternal guía cada paso de sus hijos hacia la luz eterna
SALIDA PROCESIONAL
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- 8 de septiembre
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